El Theobroma cacao, el “alimento para los dioses”, el fruto que era usado como moneda por mayas y aztecas, el que contrabandeaban ingleses y holandeses en tiempos del Imperio Español, el que disfrutamos bebiendo en las mañanas o comiendo a cualquier momento en forma de chocolatina o bombón, regresa a sus raíces, el Amazonas, la región donde se originó y donde era cultivado hace 5.300 años.
Se trata del programa Cacao para la vida: + Bosques en la Amazonía de Cacao, Bosques & Paz -CB&P, una iniciativa público-privada que promueve modelos agroforestales para cerrar la frontera agropecuaria, proteger los ecosistemas estratégicos, dar un uso adecuado del suelo y ayudar a la implementación del Acuerdo de Paz. CB&P cuenta con aliados internacionales como la Alianza de Bosques Tropicales -TFA, la Coalición para la Alimentación y Uso del Suelo – FOLU y las Iniciativas Cacao & Bosques. El programa tiene una duración 18 meses y es implementado por Alisos, Rainforest Alliance y Wildlife Conservation Society con Fondos de UK PACT (Partnering for Accelerated Climate Transitions) y la Cooperación Alemana a través de GIZ.
El principal objetivo de Cacao para la vida: + Bosques en la Amazonía es crear una cadena de valor de cacao libre de deforestación que proteja y restaure paisajes, y que garantice medios de vida sostenibles a los pequeños agricultores en la región amazónica colombiana. A diferencia de lo que sucede en países africanos como Costa de Marfil, Ghana y Camerún, donde el cultivo cacaotero ha sido causa de desforestación, el cacao amazónico es una oportunidad para promover la reforestación, si se cultiva a la sombra de los árboles y en compañía de otros cultivos nativos, constituyéndose en un elemento preservador del ecosistema selvático amenazado por la ganadería extensiva y los cultivos ilícitos.
El área de influencia en la Amazonía colombiana de Cacao para la vida comprende municipios PDET (incluidos en los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial y en donde se está implementando el Acuerdo de Paz de 2016) en los departamentos de Guaviare, Caquetá y Putumayo, y vincula a 1.200 familias cultivadoras, 40 asociaciones y cooperativas de productores y comercializadores, 18 empresas, 38 instituciones gubernamentales, 14 instituciones académicas y 10 organizaciones de la sociedad civil del Piedemonte Amazónico.
La zona en la que opera el programa está ubicada en lo que los expertos llaman el “arco amazónico”, región que va desde el Putumayo hasta la Orinoquía, y donde se produce el 80% de la deforestación en Colombia. Los anteriores elementos resaltan su importancia en la lucha contra la deforestación.
La iniciativa Cacao Bosques y Paz, de dónde nace Cacao para la vida cuenta con el respaldo de más de 20 adherentes, entre ellos el Gobierno de Colombia (Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural), organismos de cooperación internacional, 90% de la industria colombiana (Luker Chocolate, Compañía Nacional de Chocolate) la Federación Nacional de Cacaoteros, asociaciones productoras de cacao y organizaciones de la sociedad civil.
Cacao amazónico con denominación de origen
De acuerdo con Wendy Arenas Wightman, directora de ALISOS – Alianzas para la Sostenibilidad, entidad que coordina el programa, “el éxito del programa radicará en la creación de las condiciones para que los emprendedores y productores de Guaviare, Caquetá y Putumayo asuman un rol de liderazgo activo y empoderado y para que la industria chocolatera tenga en la mira el cacao amazónico colombiano”. Uniendo estos dos eslabones de la cadena es posible garantizar un negocio sostenible en el tiempo.
El factor libre de deforestación es un elemento clave para promover una marca de cacao amazónico, diferenciado, de alta calidad, sostenible y con identidad ligada a su origen geográfico en un momento en que los consumidores en Europa y Estados Unidos demandan productos de alta calidad, con trazabilidad y que incorporen prácticas de responsabilidad ambiental y social.
Se requiere entonces crear un modelo de negocio exitoso que involucre tanto a cultivadores, que generen un cacao diferenciado, de origen, fino y de aroma alrededor de unas 8.300 hectáreas de cacao cultivadas en la región amazónica colombiana, como compradores -internos y externos- que estén dispuestos a pagar un dinero adicional por un cacao de alta calidad.
“Estamos muy contentos de participar en Cacao para la vida: + Bosques en la Amazonía. Es nuestro primer proyecto de paisajes sostenibles y una gran oportunidad para frenar la deforestación y mejorar las condiciones de vida de los habitantes de los municipios PDET de una región estratégica como lo es el Guaviare. Nuestro mayor reto es alinear a los productores en torno a los objetivos del programa y llevar el cacao del Guaviare a los mercados internacionales”, señala Mauricio Galindo, director de Rainforest Alliance en Colombia.
“Cacao para la vida es interesante, primero porque el cacao es nativo de la Amazonia, segundo porque se intervendrá la región con la tasa de desforestación más grande del país y en donde la frontera agropecuaria se está expandiendo. Igualmente, este programa es una manera de implementar el Acuerdo de Paz en los municipios PDET de la región y el resto está en que los habitantes se apropien del cacao como la planta restauradora, que preserva los bosques, que mantiene el hábitat del mono y del jaguar y que cuida de la biodiversidad”, indica Silvia Juliana Álvarez, coordinadora Paisajes Sostenibles de Wildlife Conservation Society (WCS Colombia), la organización que completa el grupo de implementadores del programa.
Colombia es el primer país en América Latina en adherirse a la Iniciativa Global de Cacao & Bosques de World Cocoa Fundación – WCF con un claro compromiso de tener una cadena de valor de cacao cero-deforestación y de mejorar la calidad de vida de los cultivadores en las zonas priorizadas dentro del Acuerdo de Paz. Es también una oportunidad para que los habitantes de la zona no vean en la deforestación, los cultivos ilícitos y la ganadería extensiva, las únicas posibilidades de sustento. Por lo tanto, el cacao es un elemento clave para garantizar una opción productiva sostenible en territorios priorizados para el posconflicto. El cacao amazónico, al volver a sus orígenes, se convierte entonces en un cultivo de paz.