Jairo Vanegas, su esposa Carmen y sus tres hijos encontraron en el cacao una nueva oportunidad para su familia.
“Vivir sin miedo”. Así define Jairo Vanegas lo que el cacao ha traído a su familia desde que tomaron la decisión de abandonar los cultivos ilícitos. Hoy tienen 2 hectáreas sembradas con cacao en la vereda Jordán Bajo del municipio El Retorno en el Guaviare.
“Tomar la decisión no fue fácil, pero sabíamos que vivíamos en constante peligro. Sabíamos que con el cacao viviríamos más tranquilos, por eso nos decidimos. Cuando comenzaron las aspersiones aéreas nos vinculamos al programa Familias Guarda Bosques. Aunque el proyecto no continuó, años después nos pudimos vincular a Asoprocacao, y gracias a ellos y al Programa Cacao para la Vida hoy tenemos una nueva oportunidad y un sustento para nuestra familia”, asegura Jairo.
En compañía de su esposa Carmen y de sus tres hijos hoy tienen su propio negocio familiar con su cultivo de cacao. Ellos mismos lo cosechan, lo secan y lo venden a la Asociación. Para lograrlo han contado con el apoyo del Programa Cacao para la Vida y de Fedecacao, quienes les han brindado capacitación para mejorar sus técnicas de cultivo y sacarle el mayor provecho.
Hace unos meses recibieron una visita muy especial, la del embajador del Reino Unido en Colombia, “le hicimos un recorrido por la finca y le mostramos todo el proceso. Nos parecía imposible que alguien tan importante viniera a conocernos. Se fue maravillado con los cultivos y con lo que hemos logrado. Esperamos que su visita nos traiga a futuro más beneficios, ya que queremos no solo cultivar el cacao, sino comenzar a trabajar en su transformación en productos que nos abran otras puertas en el mercado”, agrega Jairo.
El motor principal en el cultivo del cacao ha sido Carmen, la esposa de Jairo, “para mí la familia siempre ha sido lo más importante y poder trabajar con ellos nos ha traído muchas satisfacciones. Les hemos inculcado a nuestros hijos a valorar las cosas, a amar esta tierra y a que el trabajo duro y honrado es la mejor manera de salir adelante”.
Aunque aún tienen que enfrentar muchas dificultades como la falta de acueducto y las enfermedades que atacan los cultivos, esta familia encontró en el cacao una nueva oportunidad. “Ya no tenemos miedo, ahora vivimos en paz y tranquilos. El cacao nos ha dado la esperanza de tener un futuro mejor” concluye Carmen.